¿Qué sucedería si mañana despiertas y tu tiempo de vida se ha agotado? La aventura de vivir va más allá de un corazón latiendo, es estar renovado, soñar despierto, viajar en las memorias; hallar lo positivo en un día lluvioso tanto como en uno soleado, es sobre todo recibir la satisfacción de los resultados de nunca rendirse en aquello que se cree. Existe una fuerza que lo puede todo: el amor. Al combinarla con fe en Dios y pasión, todo es posible.
Nada es hasta que algo lo causa
No nacen las crías, hasta que el instinto indique procrearlas; no crecen los frutos hasta que alguien los siembre; no se avanza al siguiente escalón, hasta que se supera el pasado; no surge lo nuevo, hasta que alguien cree una idea; uno no está de mal ánimo, hasta que decide estarlo; no se controla la emoción, hasta que se asumen los efecetos; no se aprende a vivir, hasta que se valora la libertad; no se toma la iniciativa, al menos que alguien más lo haga; alguien no está mal, hasta que piensa que es así; se preocupa en lo que le hace falta a uno, hasta que nos enfocamos en lo que tenemos; no se valora la salud, hasta que uno se enferma; no se escucha el consejo sabio, hasta que se aprende de haber tomado un mal camino; no se valora la vida, hasta que alguien cercano la pierde; no se opta por prevenir, hasta que somos tomados por sorpresa; no se valora la naturaleza, hasta que ya no exista; no se previene la guerra, hasta que nos afecta; no estudiamos, hasta que nos mandan a hacerlo; el enfoque es lo material, hasta que al morir nos vamos sin nada de ello; no se aleja el problema, hasta que se piensa en la solución; no se valora a un hijo, hasta que se tiene uno; no se entiende la aflicción ajena, hasta que uno la padezca; no se logra entender la actitud tímida, hasta que adentramos en el sentir reservado; no se opta por sembrar, hasta que se da uno cuenta de que la vendimia se aproxima; no queremos ver, hasta que vemos a alguien sin ojos; no disfrutamos del momento grato, hasta que nos percatamos de su importancia; no atendemos al amor puro, hasta que entendemos que es lo único que no se deteriora en la tumba; nada es hasta que algo lo causa. Sin embargo, procuremos que no sea que no se busque a Dios, hasta que nos demos cuenta de que ya ha llegado por sus hijos por segunda vez...
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