Acerca de mí

La casualidad no es parte de un propósito

El pasado 22 de agosto de 2014, asistí con una amiga  a la Feria Internacional del Libro -Panamá, en la cual pudimos hacernos partícipes de la conferencia del reconocido autor Carlos Cauhtémoc.  La sencillez en sus expresiones, su humildad y cada ejemplo con el que sustentaba a cabalidad cada argumento del tema que desarrolló, resonó grandemente en mi corazón y tan solo intentaba captar la mayor información posible. Aquel día sentí como si no hubiese otro lugar en el que debía estar que ese, justo allí, llenándome de una  motivación de ese tipo, tan necesaria en ese preciso entonces.

Empezó diciendo a la audiencia que ''todo en la vida cuesta'' y que nos visualizáramos a nosotros mismos, de la manera en que nos gustaría ser de aquí a diez años. ''Nadie se ve a sí mismo en la condición de un mendigo'' , decía. Luego de esto, nos empezó a decir que  es necesario creer para crear y para esto último fuimos creados los seres humanos, para dar frutos, producir. Luego de morir, lo que queda de nosotros son los frutos que hemos dado. Muchas personas que marcaron la historia como Steve Jobs, creador de la marca Apple, ya han muerto pero sus creaciones permanecen. Esto lo definió como el hecho de obtener mucho a partir de poco y un punto que llamó mucho mi atención: añadir valor a todo lo que uno toca. 

En efecto, una persona que no produce nada, se siente mal e inútil y como sucedió con la higuera de la cual se habla en el Evangelio según San Lucas 13:6-9 --'' Jesús les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, y fue a ver si daba higos, pero no encontró ninguno.  Así que le dijo al hombre que cuidaba el viñedo: “Mira, por tres años seguidos he venido a esta higuera en busca de fruto, pero nunca lo encuentro. Córtala, pues; ¿para qué ha de ocupar terreno inútilmente?” Pero el que cuidaba el terreno le contestó: “Señor, déjala todavía este año; voy a aflojarle la tierra y a echarle abono.  Con eso tal vez dará fruto; y si no, ya la cortarás.” Es exactamente lo que ocurre con las personas: si no siembran, no pueden cosechar y entonces, no ofrecer frutos. 

Aunque no lo crearon, con el simple hecho de ser personas, influimos, ya sea de manera positiva o negativa en otros en la forma en que vestimos, hablamos, tratamos, la manera en que hacemos nuestras labores y actuamos, pues siempre hay alguien observándonos. Añadir valor a todo lo que tocamos consiste en influir de manera positiva en todos los que nos rodean.
Aquello que tocamos son sistemas que necesitan mantenimiento para no acostumbrarnos a lo malo, lo mediocre, lo que no nos deja avanzar.

Ciertamente, no fue casualidad haber escuchado todo aquello, pues he empezado a visualizar muchas cosas a partir de esta inspiración. Esto es tan solo un estracto de lo que recuerdo de aquella conferencia. Espero, puedan obtener su semilla a partir del mismo. 

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